Había una vez un joven lleno de sueños, que cada día se levantaba con esperanza para ir a clases.
En una de sus clases favoritas, con su profesor, siempre se sentía motivado y con ganas de aprender.
Pero un día, despues de esa misma clase, se dio cuenta con horror que había acumulado una montaña de trabajos atrasados, una sombra que amenazaba su futuro.
El estrés lo consumía y, atrapado por la presión, decidió dejar todo para última hora, enfrentando una batalla contra el tiempo.
Sin embargo, su profesor, con comprensión y humanidad, se apiadó de él, ofreciéndole una oportunidad para salvarse.
Gracias a ese gesto de bondad, recuperó la esperanza y encontró la determinación para seguir adelante, comprendiendo que postergar sus responsabilidades solo trae más dificultades.
Desde entonces, aprendió a organizar su tiempo, valorar cada oportunidad y nunca rendirse, construyendo paso a paso el futuro que siempre soñó.